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QUIERO SER ELLA.

 

Algunas veces,  en anocheceres como este, yo envidio a mi faro y a su luz.  Algunas veces, al atardecer, subo a lo más alto, y me asomo al balcón, y pretendo ver las mismas cosas que él ve, y quiero que todos me vean a mi igual que ven su silueta.

 

  Algunas noches me asomo a la ventana que está a mitad de camino entre el suelo y la estrella que es su linterna, y miro la luz que sale de ella, y quisiera llegar donde llega esa luz, y tocar las cosas que ella toca, y que me vean igual que la ven a ella, pero yo no soy el faro, ni me ven, ni veo las cosas que él ve, ni llego cada noche donde llega su luz.

Modificado por última vez en Viernes, 01 Mayo 2020 22:07
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EL LOCO DEL FARO

                Era una fiesta cuando cada  noche se encendía la luz del faro a la distancia. Esperábamos ese momento con ansias  hiciera calor o frio, hubiera tormenta o el viento azotara impiadosamente nuestros rostros. En ese momento mis hermanos y yo aplaudíamos vigorosamente  y nos quedábamos afuera de la casa  hasta que la luz hubiese dado su giro entero .¡Qué felicidad saber que una noche más el loco del faro estaba allí moviendo las manivelas para que el cielo de la noche se encendiera y guiara los barcos que surcaban el mar  más abajo! . Inútiles eran los gritos desde la casa para que volviéramos adentro. No, había que esperar la vuelta entera para saber que efectivamente el loco estaba allí  haciendo su tarea. Más tarde, después de la cena nos acostábamos y en susurros  nos relatábamos historias  imaginando lo que hacia  el hombrecito trabajando toda la noche mientras nosotros dormíamos. Inútil era proponernos no dormir y salir de madrugada a esperar la última vuelta antes de que se apagara y no brillara hasta la noche siguiente. El sueño siempre nos vencía.

Modificado por última vez en Viernes, 01 Mayo 2020 15:31

CONCURSO DE CUENTOS Y POESIA DE FAROS Destacado

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Cuentos y poemas Destacado

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Modificado por última vez en Lunes, 09 Marzo 2020 13:15
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Se ofrece:

Habitación pequeña de paredes blancas y curvas, con vistas al mar. Soleada, asomada a los acantilados. Zona tranquila y aislada, pocas visitas. Acceso a través de una senda que serpentea entre rocas y pinos, ocasión única. Luz gratis, con hilo musical (dos canales, uno con sonidos del mar, otro con sonidos de gaviotas). Edificio orientado a los cuatro vientos, con portero y personal de mantenimiento.

No es necesario fianza, primeros 50 años gratis, alquiler negociable después. A cambio se pide:

- Acompañarme en las noches de verano cuando me siento a ver la luna llena sobre el mar.
- Ayudarme a buscar caracolas por la playa.
- Soportar mis largos silencios.
- Aprender a hablar a las gaviotas.
- Acompañarme a las rocas y sentarnos a ver ponerse el sol.
- Ayudarme a limpiar los dorados de mi faro.
- Coger mi mano cuando estoy triste.
- Dejarse despertar con un beso.
- Acompañarme a ver el nacimiento del mundo en cada amanecer.
- Bañarnos desnudos bajo la luna llena.

Modificado por última vez en Martes, 21 Abril 2020 16:40
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El Faro

Esperaba impaciente a que se hiciera de noche. Tenía fama de bueno en su trabajo, llevaba allí años y años, guiando a los barcos cuando el sol se ponía, diciéndoles donde estaba la costa, donde estaban aquellas rocas.  Los marineros de la zona decían que no sólo era su guía en las noches de temporal, cuando nadie sabía donde estaba nada, sino que era como una madre, como una esposa, que velaba por ellos, que les indicaba el camino a casa.  Pero nada sabía nadie de sus sentimientos.                                      

Aquella noche el farero pensó que estaba loco, o, al menos, enfermo.  Cuando subió las escaleras, al caer el sol, para comprobar que todo estaba dispuesto la escuchó. Fue una voz tenue, suave. Se asustó, allí no podía haber nadie. Se volvió y tras de él  sólo había una escalera vacía. Subió y todo estaba solo. –Vamos, enciéndeme, por favor.

Modificado por última vez en Martes, 21 Abril 2020 16:41
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